¡Hola! Les comparto el artículo que escribí para LAM México compartiendo mi experiencia actual siendo mamá trabajadora que también educa en casa. Les invito a que lo lean estoy segura que les dará ánimo.
«Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.» Mateo 6:34.
¡Definitivamente ya no puedo! Me siento sin ideas, sin fuerzas, estoy agotada…
Durante un tiempo considerable esos han sido algunos de los pensamientos que han rondado mi cabeza. Hoy les compartiré mi experiencia siendo mamá, trabajadora, ama de casa y educadora de un niño de preescolar y de otro de secundaria, entre otras actividades.
Por muchos años fui una muy feliz mamá educadora en casa de un sólo niño con el que fui aprendiendo, cometiendo errores y corrigiendo. Todas mis fuerzas, ideas y energía estaban enfocadas en mi hogar y en mi pequeño. Muchas de esas ideas las compartí en mi blog; muchas otras se quedaron para nosotros.
Hace cuatro años Dios nos envió a nuestro muy esperado segundo hijo. Fue un momento maravilloso tenerlo por fin en nuestros brazos. Han sido momentos que mi esposo, mi hijo mayor y yo atesoramos en el corazón.
Después de cumplir su primer año, llegó la pandemia y posteriormente hubo muchos y muy variados cambios en casa; uno de ellos fue que comencé a trabajar. Y antes de contarles más, debo decir que mi trabajo me gusta mucho y sobre todo me siento agradecida porque aunque tengo un horario laboral que debo cumplir, trabajo de manera remota desde casa con un niño de preescolar aprendiendo a leer y siguiendo caminitos a la izquierda de mi escritorio y con un adolescente de secundaria que aprende temas de química a la derecha de mí.
Hasta ahora todo suena romántico pero después de año y medio trabajando para una empresa, puedo hablarles desde mi perspectiva de mamá trabajadora que además educa en casa.
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